El jueves 27 se dictará el veredicto de Juliana Uribe, enjuiciada por defenderse.

El 29 de julio de 2017 en el barrio Máximo Abásolo de Comodoro Rivadavia, Juliana Uribe logró escapar de su victimario, Samuel Ovejero, en un episodio de violencia que culminó en la muerte de éste. Hoy Juliana se encuentra imputada por homicidio. Está siendo juzgada desde el 10 de junio de este año en el tribunal integrado por los jueces Jorge Odorisio, Raquel Tassello, Gladys Olavarría, y el fiscal general Adrián Cabral. El día 27, del mismo mes, se conocerá el veredicto.

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El fiscal la declara penalmente responsable de «homicidio agravado por la relación de pareja, mediando circunstancias extraordinarias de atenuación». Es decir que el contexto de violencia machista, sufrido por la imputada, no es tenido en cuenta por el fiscal más que como «circunstancias extraordinarias de atenuación».

Para nosotras, las mujeres, la violencia machista no es una circunstancia extraordinaria: es una de las condiciones en las que vivimos. Algunas de nosotras quedamos atrapadas en relaciones de parejas con violentos, abusadores, nuestros futuros femicidas. Juliana conoció a su victimario a los 14 años y, después de años de relación y «convivencia», hacía un mes que se habían separado. Pero la Ley los protege a ellos y nos condena a nosotras. Si nos defendemos, somos imputadas como Juliana. Para ella, hoy esa Justicia pide cadena perpetua. Lo que ella tuvo que sufrir es considerado sólo una «atenuación». El juzgado ha declarado que entenderá que la violencia fue mutua porque Juliana constantemente se defendía.

La defensa argumentó que Juliana ha actuado «en legítima defensa por haber sido víctima de violencia de género», y también fue declarada la violencia institucional: la mayoría de sus denuncias no fueron tomadas. Además su abogada defensora, Rosa González, declaró que Juliana estaba inmersa en un círculo de violencia familiar. Es sabido que tiene una hija que, en ese momento, era bebé, y que la tuvo en brazos en muchos de los episodios en los que la policía ignoró su auxilio. Aún teniendo heridas visibles. A pesar de todo, logró conseguir hacer tres denuncias y una prohibición de acercamiento para su agresor.

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Audiencia del juicio de Juliana.

Juliana misma, en entrevista, ha relatado ocasiones en que fue ignorada por la policía estando ella con heridas visibles, desesperada y llorando, con su hija en brazos. En otras ocasiones, estuvo a punto de morir. Durante el incendio en la Alcaidía Policial y durante exposición a la mala praxis de los que la atendieron por ese episodio: ella tenía quemaduras en las vías respiratorias pero no la atendieron como era debido porque sólo «estaba muy nerviosa». Finalmente, la diagnosticaron y trasladaron a Buenos Aires, donde reemplazaron su tráquea por una de titanio.

También sabemos que, luego de que naciera su bebé, Juliana sufrió depresión post parto. En esos casos, las mujeres necesitamos la mayor contención posible, pero en su caso, se acrecentó la violencia con el verso de que ella era una madre irresponsable y no se ocupaba de su bebé cómo debía. En uno de esos episodios violentos, estaban discutiendo dentro de la casa dónde convivían. Ovejero la encierra en la habitación, la tira en la cama y le tira un balde de orina por todo el cuerpo (porque en ese entonces la pareja tenía un baño-letrina y, por las noches, un balde para orinar).

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La noche en que mató a Ovejero, ella quería devolverle una camioneta pero, como era usual, comenzaron a discutir. En un momento, él entra a su vivienda y vuelve con tres cuchillos (los tres se encontraron en la escena). En un forcejeo dentro de la camioneta, ella logra salir y sale él también. Se vuelve a los forcejeos y golpes, y ella logra sacarle un cuchillo. Como continuó la violencia, Juliana tuvo la oportunidad de defenderse. Luego lo llevó al hospital y los policías que la detuvieron, la golpearon y le bajaron un diente. De ahí en más, todo fue sólo más violencia para ella.

Estamos convencidas, nuevamente, de que el Estado no se encuentra ausente: el Estado aboga a favor de la violencia machista, que es ejercida por la población masculina.

Días antes de que comenzara el juicio, durante la marcha del 3 de junio contra la violencia masculina que se realizó en Comodoro Rivadavia, Juliana Uribe tomó la palabra y dijo: “Sufrí violencia por mi pareja a quien conocí cuando tenía 14 años, tuve una hija, me junte y a los 16 años me fui de mi casa. Conviví tres años donde viví humillaciones. Muchos me preguntan ‘¿por qué aguantaste?’, les digo que hay que pasarlo. Me preguntan por qué tanto tiempo aguanté, yo no sé, quizás no tenía edad y como siempre me humilló, me sentí incapaz de afrontar las cosas con mi hija […] Estoy acá con mi hija, no me quiero separar de ella, yo vivo por ella y ella vive por mi. Hoy yo puedo contarlo. Tenía tres denuncias contra él, hasta tenía una prohibición de acercamiento él […] El lunes 10 comienza el juicio a las 8 de la mañana y necesito su apoyo como mujeres. No quisiera que ninguna otra chica llegue a lo que tuve que llegar yo. A defenderse, porque eso es lo que hice: defenderme”.

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Juliana interviniendo en el 3J.

Llamamos la atención de toda la sociedad para que apoyen la defensa de Juliana hasta su absolución. Ella merece poder vivir una vida después del calvario que transitó desde tan joven.

Hoy Juliana Uribe tiene 21 años, y es madre de una niña de 4. Juliana no es una asesina. Juliana fue víctima de violencia machista. Es una de las pocas que pudo escapar de su agresor: Juliana es una sobreviviente. La Justicia tiene que hacerse cargo: tiene que ampararla.

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